Un cuaderno vacío,
huérfano de letras e ideas,
reclama la atención
de un poeta que lo adopte
en un rincón de la memoria.
…
El duende, tutelador
de musas sin dueño,
agoniza en la trastienda
de las prisas,
arropado por telarañas
de vergüenza y estrés.
…
Un lápiz diminuto,
abandonado en el asilo
de la rutina,
pide un minuto de gloria
en busca de la suerte
en el carboncillo del tiempo.
…
El aprendiz de poeta,
abrigado de dudas y miserias,
inicia la aventura
de las hojas en blanco,
alumbrando un verso neonato
en el paritorio de los sueños.
…
Y el cuaderno,
otrora vacío y triste,
abandona el umbral
de la soledad,
acompañado de rimas,
misterios y métrica…
Dime,
mujer de mis sueños,
¿dónde se disipa
la saliva de tus besos?
…
¿Dónde se guarecen
las caricias inhibidas?
…
¿Dónde hibernan
las miradas furtivas?
…
¿Dónde se guarda
el reflejo de tu cuerpo
cuando abandona
la segura intimidad
del espejo?
…
Dime,
mujer de mis sueños,
¿ en que tapiz
se dibujan las sonrisas
que enmarcan tus ilusiones?
…
¿En que recóndito retiro
escondes los deseos
que se amordazan
en tu piel?
…
Dime,
mujer de mis sueños,
¿donde deserta la llave
del confín del recelo?
…
¿En que andén
se detiene el convoy
de tus caderas?
…
¿Dónde se recoge
la aureola de tu sombra?
…
¿En que edredón
se aplacan tus anhelos?
…
¿Cuándo trazarás
el verso que te invoca?
…
Pero, no te olvides
y dime,
mujer de mis sueños,
¿dónde se disipa
la saliva de tus besos?
Grité una noche
esperando réplicas
en el silencio
lóbrego de la duermevela
y me respondió
el sueño del colapso
del tiempo
que se desvanece
cada amanecida.
…
Una intrascendente
resaca de almohada
y sábanas
con arrugas de vigilias
aturdía
mi mirada perpleja.
…
Grité esa noche
un lamento de furia
enquistada
de rutinas y sinsabores
y el eco de la indolencia
ensordeció mi orgullo.
…
Esa alborada
huí de la rebeldía
de mi mocedad
para amarrar mi temple
en la decrépita
costumbre de la lucidez.
…
Y mi grito se sofoca con la brisa de la edad.
Es imposible dejar marchar el eco del agua,
retenerla entre mis manos o verla marchar
y no poder acariciarla.
…
Su lejanía me prometió
volver con su sonido escurridizo,
triste y callado quedó mi estanque
sin sus sonidos.
…
Las aguas han de volver
de los cauces hasta mis pies,
hay algo que las separa
de su natura hasta mi casa.
…
El aire me susurra
que le espere quedándome quieto,
siento que no me quiero
…pues ya me seco.
Si disfrutara del don
de conocer cuanto veo
sin el prisma
del prejuicio
ni el tamiz
de mi cultura,
miraría tras el cristal
de mi tragaluz
sin aprensión, ni pudor.
…
Si me confiriesen el valor
para afrontar la vida
sin traumas, sin discordias,
sin repetidas derrotas
en la comisura de la mirada,
progresaría por la senda
de mi presente
hacia el mañana espontáneo
de la perplejidad.
…
Si mis manos arrullasen
la piel de la autenticidad
entre las sábanas
del tiempo perdido
y la saliva de las prisas,
ceñiría cada momento
sin pausa ni cobardía,
sintiendo los latidos
y el pulso de mi suerte.
…
Si supiera estrujar
cada segundo
de mi existencia,
descubriría,
sin titubeo,
la estela de la tranquilidad…