Hay momentos que nunca volverán
se irán como aquellas cosas
que sorpresivamente llegan y nos alegran
como nacen y mueren en un día las rosas.
…
Hay momentos que los recuerdos quieren
como pétalos de rosa y de rocío,
por eso siente uno que lo hiere
y siente el alma adentro un gran vacío.
…
Hay momentos que mi mente evoca
huyen… como pétalos al viento
tanta angustia en mi ser provoca
nubes negras llegan a mi pensamiento.
…
Hay momentos que nunca volverán
en mi corazón los guardo y atesoro
y en mis noches calladamente lloro
por las cosas que ya no serán.
A todo aquel que me contemple,
dedico los versos que cantan
al mundo la causa de mi agonía.
…
Si en mis ojos solo contempláis dolor,
más doloroso es saber que mi corazón
ni siquiera puede expresar ese lamentar.
…
Quisiera poder respirar una mañana
los primeros atisbos del amanecer
para poder reafirmar mi sueño.
…
Quiero soñar con imágenes
que no se evadan tan cruelmente
como en el frío aposento de la vida.
…
Yo que tanto adoré el amor,
desdeñando la soledad,
es su retrato el rostro de mi alma.
…
He caminado arrastrando mis pies
a través de llanuras áridas,
mi corazón ha sido testigo de mi sacrificio.
…
Quiero creer soñar
y soñar que no creo.
Quiero vivir refugiándome en el sueño,
cuya fantasía me haga sonreír
y gritar de amargura por su lejana
frontera con la realidad.
…
Quiero dormirme bajo el hechizo
de un tiempo mágico que jamás
me despierte con ira,
pero no hay mayor sueño
que estos versos nacidos de la ilusión.
Yo saludo a la palabra
que fue castigada al silencio,
por su continua ofensa a la vanidad.
…
Tú adoraste la verdad con tanto fervor,
que olvidaste como su rostro hiere
en el hombre adulador,
que solo vive de los falsos elogios.
…
¡Oh palabra espléndida y sencilla!
Qué dulce estancia encontraste en el silencio,
quietud arrebatada cruelmente
por tantas gentes que le hostigan.
…
He llorado suplicándote tu regreso,
pero no me oyes,
sigues escondida en algún lugar.
…
¡Oh palabra sincera y tierna!
Vuelve; el mundo necesita aliviar
las llamas de la injusticia
con el fresco manantial de tu voz.
Soberbia, cómo me haces ensombrecer,
siempre que me hallo bajo tu influjo,
siempre, que herida, dejo que entres,
me domines y llenes mi alma de ira.
…
En ti jamás veo el rostro del amor,
solo conozco el semblante del odio,
recordándome el dolor de mi alma,
sin prometerme un mañana diferente.
…
Soberbia, eres la esencia de esta vida
que me dirige como si fuera un concierto,
impidiendo que sea libre y fuerte.
…
Soberbia, sé que no puedo combatirte,
pero al menos fingiré que no eres inhumana,
que puedo llegar a controlarte,
que tu fuerza no es poderosa.
…
Has ido creciendo con mi dolor,
pero este hoy te pide que marches,
que peregrines a otros valles
airados donde te llaman.
…
Soberbia, hoy siento que me ignoras,
voy muy lentamente echándote;
aunque vendrás sin yo saberlo,
pero hoy, sin duda, marcharás.
…
Soberbia, no olvides que yo te reto;
sé con certeza que no podrás abandonarme,
porque soy una parte de ti,
porque me he ido acostumbrando a ti.
(Dedicado a ella y acompañado de Luz Casal "Tal para cual")
Bajo tus entrañas la negra sangre emana
como una criatura demoníaca
cuyo nombre susurró la muerte que te vio crecer
y el deseo por la mía te convirtió en lo que eres,
esclava de tu tierra
propiedad de todos
dueña de nadie.
…
Lejos de amar el nombre de persona
quisiste venganza
en una ofrenda dónde tomaron tu ser
pequeños engendros sin cerebro
capaces de avivar litros y litros de aire
mientras esculpían versos que perdieron
el conocimiento.
…
Tanta sabiduría derramada en las lágrimas
de un fatídico día dónde encubriste su juego
y te convertiste como ellos,
en pequeños seres sin escrúpulos
capaces de enmudecer el odio,
pequeños arrogantes e insípidos humanos
llenos de sed de venganza.
…
Inútil ha sido la lucha y la sangre derramada
que no acalló la voz de la verdad;
Simplemente un castigo os espera,
el silencio otorga y la muerte entierra.
Dices que es mentira,
que no te quiero,
que los versos escritos
en billetes y pañuelos
no son míos,
que son de algún poeta
soñador, perdido en
líneas amarillas,
que la cortina que cuelga
en nuestro cuarto
no es mi alma,
que es el alma de algún
mendigo, errante y vagabundo,
que el líquido que alimenta
la fuente del jardín
no es mi sangre,
que es la de algún
Romeo ebrio de amor
en soledad,
que la luz que alumbra
nuestro hogar
no es mi sonrisa,
seguro es la esperanza y el
anhelo de una alma joven,
que los rayos de luz
de sol que atraviesan
la ventana de la sala
no son mis canas,
que son los recuerdos
perdidos de un etéreo
soñador…
…
¡Mírame, aquí
estoy yo!
soy tu poeta soñador
aún con el alma solitaria
que te ama igual que el
primer día.