Que poco saben de mí.
…
He sido vil
con diplomacia,
mentí una vez
y otra y mil
e hice de la alegría
la desgracia,
volví al beato
impío y dejé al
jardín sin riego,
con mis dedos
deshoje el capullo
y manché de caricias
la hermosura,
sólo soledad
volví al viento
y dejé triste
la alegría llena de pena.
…
Qué poco saben de mí.
…
Esta no es mi sonrisa
ni nombre,
de madrugada huye
de mi la brisa
y muere más el
hombre,
he sido truhan
con mi propia piel
al punto de sacar
el corazón del pecho.
…
Qué poco saben de mí.
…
Así se quiebre ya este espejo
siempre llegarán a tus oídos
el lamento, la voz y los quejidos
el murmullo de este niño viejo.
En la vaga penumbra de mi alcoba
meditando en el silencio, yo te veo
y junto a mí, en mi lecho de caoba
no te siento y crece mi deseo.
…
Trémulo, voy hacia las sábanas
que añoran tu calor ausente,
y no estás ni en mi lecho ni en mis canas,
ni en mis noches, ni en mis horas, ni en mi mente.
…
En cada rincón fugaz, te escondes levemente,
absorto, en mi aflicción te busco
y tu sombra muda me acaricia suavemente,
de nuevo, se agita mi corazón y me ofusco.
…
Y en las penumbras tenues del recuerdo
calladamente, tú te mueves…
mirándome absorta y con murmullos leves
me muestras tu rostro, del que no me acuerdo.
…
¡…vete ya, termina de abandonarme…!
no quiero ilusiones inciertas en la penumbra
sé que nunca más volverás a amarme
pero siempre serás el sol que a mí me alumbra.
¿Que tanto rencor me guardas?
…
Por aquellas noches infinitas
de insomnio,
por el sudor corriendo
por la autopista de tu
espalda,
por los besos insaciables
y letales,
por las noches solitarias
cuando me he marchado,
por aquellos quince segundos
en que estás muerta
pero estás viva,
por el sudor que separa
mi piel de la tuya,
porque me miras
y no sabes en que pienso,
porque a pesar de toda
tu vida, conmigo te sientes
viva.
…
¿Que tanto amor me guardas?
…
Porque soy un eterno
solitario,
porque no me tienes
sino un breve instante,
porque tu vida y la mía
son dos líneas paralelas,
porque aunque intentes
nunca sabes,
porque el silencio de
mis labios contestan todas
tus preguntas,
porque cada noche
me refugio en un regazo
que no es el tuyo.
…
¿Me amas?
…
A pesar de la distancia
¿de un abrazo?
a pesar de otro sabor
¿entre mis labios?
a pesar que se interpone
¿lo rizado de tu pelo?
a pesar que cuando hablamos
¿nuestro tema siempre es ellos?
…
Quiero decirte:
Te demuestro en nuestro acto
lo que siente el corazón.
La belleza de esa mujer no tiene fin,
su piel tiene dos veces la tersura
de una estrella, de una rosa, de un rubí,
por mirarla, fui a lo lejos, al confín
por querer ver toda su hermosura
hasta el cenit del cielo yo subí.
…
No hay comparación para sus labios rojos,
hermosos, suaves, dulces y finos,
dispuestos entreabiertos a besarme,
saciar uno y todos mis antojos
solos o escondidos en los pinos
tomada de mi mano sin querer dejarme.
…
Sus manos, prisión de terciopelo
acunando mis dos sienes
acariciando las hebras de mí pelo,
con paso firme hacia mí vienes.
…
Su cuerpo, sinuosa selva y espesa
que me atrapa cada noche y que me abriga,
me pierdo a cada momento en singular belleza
me ahogo en ese manantial que a mí me irriga.
…
Y cada noche, respiro su aliento
que penetra en mí y me da vida,
es desconocido este sentimiento
permanente, perenne y no se olvida.
Si pudiera detener el tiempo,
lo haría en este instante
no cuando llegue a casa
ni cuando salí de ella,
sino ahora
en este instante,
cuando la esperanza
tararea y salta a mi lado,
cuando el trinar hermoso
de su voz me acaricia el rostro,
cuando el dolor y la angustia
han quedado atrás
olvidados por esta nueva
fuerza que me abriga,
cuando la enredadera
de sus cabellos
adormecen mis sentidos,
cuando voy subiendo la
colina de la ilusión
y mi bello sueño brinca
a mi lado…
…
No volvería nunca atrás:
a los perdidos desiertos
de mi alma triste,
a las ciénagas brumosas
de un ayer furtivo,
donde las palabras se
pierden mudas en el silencio,
a las esperas eternas
en palacios de nácar y bronce,
a donde los renglones del alma
no tienen nada escrito,
…
Cierro mis ojos y suspendo el tiempo…
La fotografía amarilla, colgando de un recuerdo,
conteniendo un tiempo de un instante de vida:
Un tiempo que se quedó en un marco de madera
y un instante de vida que se extinguió hace tiempo.
…
La fotografía amarilla, se ve ajada y cansada
de suspiros y sonrisas, de recuerdos y añoranzas:
Tristeza por la vida pasada
que recorre sin esperanzas.
…
La fotografía amarilla con pequeños niños extraños
que saludan en su tiempo detenido
soy yo mismo después de tantos años
con mi rostro niño y el futuro interrumpido.
…
La fotografía amarilla recuerda nuestro pasado,
con nostalgia regresa a las arcas viejas,
ella, ajada, igual que yo por la vida transitado
teniendo vivencias nuevas que ya se vuelven añejas.