Mañana debo hacer
dos cosas, lo juro,
en éste orden,
tan fiel a mi verdad:
No dejar de quererte…
y alguna otra idiotez.
…
Es que no existen
goteros en el mundo
suficientes para derramar
fuera de mi sangre
éste sentir
que gota a gota me inunda.
…
Y me sofocan
esas bocanadas de aire puro
que me envician,
porque me traen tu aliento,
el aroma de tu esencia,
tu cuerpo y su caricia,
asfixiando mi piel.
…
Mañana sí, es cierto.
Porque sólo sé hacer dos cosas
en éste repertorio
tan dilapidado y vacío
de mi humanidad:
No dejar de quererte…
y llenar mis pulmones de ti.
…
Lo reconozco,
son mis idioteces favoritas.
Pág. 46 y 47 del libro Poemas de Lesbianas by C.K. San Felipe
Hoy Naces
excitación perenne,
tan verde que las praderas y montañas,
acaban
en el paisaje de tu totalidad.
.-.
Luz y Vida en ángel celestial
tus piernas y sexo tan sensual.
Tu cuello se apodera de mis besos,
igual que Tu Mirar.
.-.
Mi corazón siente el roce de tu hoja
FATAL y LETAL.
.-.
La madrugada y la noche,
invaden mi mente y pecho,
inflamado en tu nueva presencia.
MUSICAL,
de tangos y perfumes
de arrabal.
.-.
Tus ojos y boca penetran,
vencido,
por tu masculinidad.
.-.
Vida, como puedes andar libre,
arrancándome tantos poemas,
desde mi vientre hasta mi mente.
.-.
¿Qué fuerzas te guían mujer de conquistas?
E hicimos el amor
en frenética locura,
convirtiéndonos
el verbo infinito,
en la pura expresión,
desbordando como un río
lo que nos consumía.
…
Se asomó a mis adentros
para quedarse a morar.
No existía el ayer.
No comprendíamos
del diccionario,
la palabra mañana.
Y fuimos ‘hoy’
al momento sublime.
…
Y rompimos las barreras
del tiempo y la luz
deteniéndolo todo.
Desnudó a dientes
mi rompecabezas
punto a punto,
rodando en alfombra
entre pétalos de vino.
…
Él sumergido en mis ojos.
Yo volando entre nubes
extasiada en los suyos.
¡Ay amor mío!
¡Ay dulzura mía!
¡Dulzor de mis amores!
Bañándome en la sal
de tus mares encrespados
de cabeza a pies.
…
Nadie como tú
para desnudar beso a beso
mi cuerpo y mi alma.
Y también lo amé
como ama la tierra la lluvia,
como aman las flores el sol
para vestirse de perfume
y colores.
…
Lo amé en silencio
sin prisas
en calma
con fe y paciencia
amordazando el deseo.
…
Deshojando margaritas
día a día
esperando la caída
de las hojas del otoño
contando el paso del tiempo…
si tal vez, acaso,
la siguiente primavera
estuviera libre para amar.
…
Lo amé calladamente…
mordí mis labios
una y otra vez
por no profanar su vida,
sus votos,
fuere lo que fuere.
…
Contuve mis brazos
de arrojarse a él
y amarrarme a su tallo
como la enredadera…
porque era de otra
y también lo amaba.
Traigo mis cuatro lunas
talladas a mis engranajes
(a veces tan precisos,
funcionales y perfectos,
otras veces medio rotos,
medio descosidos).
Igual,
las llevo siempre aquí
mezcladas con mi piel,
cantándome su serenata.
…
Mi luna nueva…
un algo místico de mí.
Fase apagada un poco.
Habla de mis vacíos.
Era la primera…
callada luna,
silenciosa luna,
mi luna oscura
antes de la supuesta luz.
…
Y fui en crescendo de pronto.
Mi dulce cuarto creciente.
Empecé a absorber de tus ojos,
de tus palabras,
de tu voz,
irradiándote paso a paso,
momento a feliz momento,
ensanchando mis bordes.
…
Luego yo un día…
Tan luna llena de ti.
Tan de tu boca salvaje.
Tan de tus fauces devorantes.
Tan de locuras los dos.
Tan de tus manos,
subiendo alto,
bajando profundo.
…
Marea desbordada tú y yo.
Tocando las cumbres de mi nave.
Rompiendo mis velas.
Estrellándome en tu paroxismo.
Confundiendo las bases
de mis caracolas…
revolviendo mi arena tranquila
desde el fondo de mi mar.
…
Y ahora yo tan de mí sola.
Tan de mí misma.
Tan de mi cuarto menguante.
Retrocediendo.
Tan menguada yo, sí…
Enfilando a mis vacíos otra vez.
…
Y me aguarda mi luna nueva
mi luna callada,
mi luna silenciosa,
mi oscura luna,
hasta otra creciente luz.
Igual
van todas conmigo…
me acompañan donde voy.
Consecuente con el amor
que se ha distraído de mí
y corre desnudo por doquier
persiguiendo el aroma
de quimeras blancas
en camuflaje de hadas azules.
…
Disuadirlo en elocuencia
venga a morar
-verídico-
en los tálamos moribundos
de mi ennegrecido árbol
revolviendo mis raíces en trastorno.
…
Atropelle el entender,
insinúe obligados hacia afuera
mis encallecidos sentires,
que abandonen
{sin pensar dos veces}
amarguras de antaño,
en el tiempo almacenadas,
en cisternas de lodo y herrumbre.
…
Y labrar la tierra,
rasguñada con las manos,
regándola con azúcar y miel
y construir de tiernas y fieles caricias
un insomnio fortuito.