Mi otro abuelo
estuvo preso en Oviedo.
En la cárcel provincial.
Después de la guerra.
…
Todas las mañanas
colgaban una lista
en la puerta de entrada de la cárcel.
En esa lista estaban escritos
los nombres y los apellidos
de todas las personas
a las que el día anterior
habían puesto contra el paredón
o dado muerte
mediante garrote vil.
…
Imagínate a tu abuela,
me decía mi padre,
sin saber leer ni escribir,
conmigo en brazos,
preguntando a gritos
a las otras mujeres
si tu abuelo
se había convertido
…
en tinta.
De mi libro "El amor ya no es contemporáneo"
El verano canta ahí al fondo
arden las orillas
y queda lejos el Bendito otoño
y su mansa lumbre.
Una esquina se rie
Es una muchacha que dobla
el sueño
de un mar del tamaño
de su violenta ternura.
¿Verdad?
¿La escuchas?
También arde la melancolia
y sus cepos tiernos.
Como los grumos imaginando el rumor de las uvas.
Pero aún se escuchan ladridos de nubes.
¿Qué es la fama si no hay resultado?
Es como poseer una caja vacía llena de deseos
pero luego el olvido te embriaga
y esa sensación cálida desaparece;
Te aplauden, te critican o hablan de ti
pero de nuevo ese olvido se apiada de ti
y pasas a formar parte de un ser inacabado.
…
Todos tenemos cinco minutos de fama
y solo unos pocos son recordados
en papel, en celuloide, en piedra, en pintura, digitalmente…
los amamos, los odiamos, los estudiamos, los queremos…
hablamos de ellos constantemente
hasta que un día aparece de nuevo el olvido
y todo se acaba.
…
Solo de la fama unos pocos viven
y algunos aparentan ser dioses
pero lo que ellos no saben es que nada es eterno
y todos terminamos en una puta caja de pino.
…
Por eso
vive la vida como si fuera única
y deja que los demás hagan memoria,
de generación en generación
tus actos podrán ser recordados
y así culminar tus cinco minutos de fama.
Tu Seudónimo del pasado misterioso
entre genios de tu tiempo que escudriñan
queriendo saber, en tus buscados egos,
cuando mientras escribes, sobre tus alfombras
la lumbre y tu forma de vida,
te aislan,
igual que a tus siervas
de las desdichas.
…
Es lo que siento en estas lejanías,
entre mares cómplices, protectores
y aliados de tu identidad definida,
¡aquí exijo leerme y que te llegue¡
las palabras de los aedos mismos
que cantan al son de la lira.
En cada lugar, a Lesbos,
la enciendes cuando das que hablar
con tus rimas y compás en cada uno de mis días.
¿Será así, hermosa criatura, joven adorable, mujer encantadora?
¿Acaso sentirás orgullo, satisfacción, y hasta un poco de vanidad?
¿Será que haberte convertido en musa pueda llenar tu corazón,
y tu mente, y tu alma, de gozo, de alguna extraña alegría?…
…
¿Será que te puedas dar cuenta de la importancia que tomas,
aunque no lo hayas elegido, aunque no lo hayas buscado,
aunque no haya sido sino “un accidente”, “un desliz del Destino”,
al haberte convertido en inspiración de un poeta?
¡Aunque no sea, apenas, sino la sombra de Neruda!
Aunque no sea sino el insipiente escritor que se abre paso,
aunque no posea, aún, la fama, el prestigio, el renombre…
…
¡Pero musa, sí!, ¡inspiración, también!, ¡y hermosa, sin dudar!
Y tal cosa no es poco, tal situación no es de cualquiera
¡Pues millones jamás habrán de incitar la creación de un poema!
Y a millones jamás les dedicarán un profundo pensamiento
¡No es poco ser la musa!, ¡no es poco ser la causa de las letras!
Así sea de un hombre que humildemente lo dedique a la bella,
así sea de un ilustre intelectual que lo obsequie a una fémina…
…
¿Acaso sentirás orgullo, arrobadora mujer citadina?
¿Acaso podrás substraerte a la frivolidad de la época?
¿Acaso tu sensibilidad femenina no se ve exacerbada,
aunque sea muy a tu pesar, muy en contra de tu voluntad?
¿Acaso puedes evitar desear leer más y más de lo que tú,
con tu gracia, fuiste capaz de provocar en ése poeta?…
…
Y si es así, ¿Por qué negártelo, por qué resistirse?
¡Vívelo, disfrútalo, deja que ésa vanidad se desborde,
que ése orgullo hinche tu pecho hasta provocarte suspirar!
Si es así, ¡déjate llevar por la imaginación y la locura!
¡permítete soñar con castillos en el aire y príncipes azules!
¡sumérgete en los cuentos de caballeros y sus Dulcineas!
Después de todo, ése poeta no te pide nada a cambio,
¡no te exige ni te agobia con inmorales insinuaciones!
no te sigue, ni te persigue, conformándose, tan sólo,
con lo poco de tu presencia que le desees dar, obsequiar…
…
¡Ese poeta se conforma con admirarte y llenar su mente de ti!
Con verte un poco, deleitarse de tu imagen, tu voz y tu risa,
para volver a sentir esa necesidad imperiosa de escribir sobre ti,
sobre las lindezas de tu persona, tus dones y virtudes,
tu encanto, tu belleza, tu jovialidad, tu alegría, y otras maravillas…
…
Ese poeta se conforma con saber que, tal vez, estás satisfecha;
Que, quizás, cada línea, cada párrafo, te hace sentir lo que eres,
te hace vibrar un tanto, te hace estremecer otro poco y,
también tal vez, te haga abrir un poco tu corazón, tu alma,
para sentir gratitud, para sentir estimación, para sentir alegría…
…
¿Acaso, acaso sentirás orgullo, musa exquisita, joven adorable,
acaso sentirás orgullo, vanidad, satisfacción, y dicha?…
Estudias mi cuerpo al compás escudriñador de tus ojos, desmenuzando sediento mis formas, deshebrando por separado cada uno de mis movimientos y sintiéndome incendiaria y luminosa en tus brazos de latitudes longitudinales y anillos de luz en la luna llena… Noche de aullidos de fieras hambrientas, besos y arrullos contagiosos que columpian nuestra tenaz fugacidad, briosos y arrebatados. Y caminas de pies descalzos y furtivos los desarticulados menesteres de mis lúdicos versos incitando tu esencia de varón inquieto y firme para arremeter sin ostias, sin sacramentos, ni arrepentidas confesiones, el querer bañarte sumergido en las aguas saladas de mi fuente y beberlas para redimirte sin penitencias. Y yo que te adivino en mi cama de piedra, cerrojos y pétalos, abro las posibilidades a tu arrebolado antojo a que penetres mis laberintos… tan húmedos, tortuosos y anochecidos.