Entró hasta mis raíces más escondidas.
Aquellas que corrían secretas
tan debajo de mi tierra.
Su saliva era un veneno
cáustico y dulce a la vez
¡Y ay, misterio de misterios…
cómo me gustaba libarlo!
Lo quise a gritos
a sorbos
a golpes
a bocanadas
a suspiros.
Lo amé sin estancamientos
sin trabas
sin tapujos
sin vallas
ni muros.
Lo amé con ruidos
y silencios del alma.
Me inventé con él muchos arrojos
y confabulada conspiré en su piel
jugándosela entre mis labios
hasta el último clarín del alba,
cuando las campanas de la iglesia en la esquina
exprimían su postrero orgasmo
dejando sus campanadas vacías.
Y él…
potro montuno y brioso
surcó el espacio en yegua blanca
de pasión en desenfreno…
reventé su falo ¿mil veces?
Lo amé en zapatillas
y descalza
desnuda de alma
y cuerpo desvelado.
Mas él…
él sólo me amó
a migajas y gotas.
Endulzó parsimonioso mi café.
Le tomó un poco…
y en un papel escribió mi nombre.
…
Me dijo:
-“Ahora son uno.
Lo he bautizado.
Se llama de ti.
¡Exactamente como tú!
¡Es símbolo tan tuyo!
Como el desvelo o calma cuando te bebo.
Caliente.
Mágica.
Aromática.
Vaporosa.
Lenta y pausada.
A pequeños tragos.
Disfrutándote.
Inundando mi paladar de tu sabor.
Igual:
Vino de reserva es tú
y eres él.
Roja tintura son los dos.
Sí, el buen vino se llama de ti.
Te define.
Te invoca.
Porque lo bebo de tus pechos
cuando el amor hacemos hasta embriagarme.
¿Sabes?
Que además,
también eres tú la poesía.
Su cimiento.
Tu sangre lleva.
Tu nombre desborda”.
…
¡Oh, qué manera la suya!
¡Abrir puertas así!
Directo al cielo
ida y vuelta sin escalas.
Silencio.
Intensas miradas de fuego.
Y empezó a llover cascada de besos.
…
Y sonaron mis castañuelas
en rápida respiración.
Un timbre de maracas
retumbó entre mis muslos
vertiginosamente.
Exudaron mis panderos
gotas de blancas perlas
con dulzores de almíbar.
…
Mezcla de fresas
duraznos
y chabacanos al punto…
maduros perfectamente.
Descolgándose en pulsaciones
como las gotas de un panal.
…
Hubo fiesta de címbalos.
Hubo vino, Champaign
y reverberar de flautas
con pezones de lava…
y hubo trompetas
destilando mieles aceitosas.
…
Y en lo profundo nos hundimos.
Cantamos el himno de los dos.
Y una serenata de gemidos
se escuchó en la habitación…
Rítmica y cadente.
Estás donde los siglos se juntan.
Donde se revuelven inquietos.
Donde se encuentran y se dan la mano.
Donde convergen inequívocos
y se dan un beso
uniendo pasado y presente.
Estás donde al fin parecía
que ya no brillaban las estrellas
y chocaban a oscuras haciéndole eco
a sus duendes confundidos.
Estás allí y aquí.
Donde ya no estabas.
Donde a poco has vuelto a aparecer.
Estás donde te dejé un día.
Donde siempre has estado.
De donde nunca te fuiste.
Porque vives.
Porque eres.
Porque renaces.
Porque no, nunca has muerto.
Nunca te has ido.
Te quedaste aquí.
En mi cada paso.
En mi cada sueño sonámbulo.
En mi cada venenosa pesadilla.
En mi cada trago amargo.
En mi cada incongruencia.
En mi cada mentira.
Sí… estás conmigo
porque nunca te perdiste
de en medio de mis ojos
que un tiempo se sintieron ciegos.
Estás donde siempre te quise
porque sólo tuve en todos mis siglos
una pura verdad.
¿Pueden las Poesías mías tener colores?…
En la evocación, las poesías,
tendrán tu imagen y efigie.
…
Pensar en Poesías, es darle mi mente a Tu mirada,
piel y alma.
…
…verdad que eres Poesía.
En cada punto agonizante
en que le guardaba
se fue haciendo tarde.
Todo era surrealista y tenebroso
como si de prisa buscaba
llegar a otra orilla
donde el recuerdo
no infringiera mi paz.
…
Como si esperara abrir
con premura una tumba
donde enterrar el pensamiento,
arrebatando de mis células
todo vestigio de ocre sabor
y llegar más rápido al olvido…
Ese que vislumbraba tan lejano
en el nublado horizonte
como algo intangible.
…
¡Ay!
¡Cómo se hacían tarde
y cómo se arrastraban
de lentitud las horas!
Garfios asfixiantes
se iban abarrotando
en la noble humedad
de mis pestañas mudas
y me exprimían
hasta dejarme seca!
…
¡Vaya… y se sigue haciendo tarde!
Se va haciendo tarde cada momento
en el paroxismo de la lentitud
tan solitaria y fría que me abraza.
¡Sí, cómo se hace tarde!
Corro por correr,
sin brújula ni compás
y no llego a lugar alguno.
¿Dónde estás olvido?
¡Ven ya a cercenar de tajo
la serpiente oscura de la noche!
¿No ves que me asfixia?
Dime
que no han muerto las mariposas
que con celo hemos cosquilleado
por tantos relojes bajo la piel.
…
Que no han marchitado los jardines
con el rigor del invierno…
Porque ¿sabes?
la escarcha no aniquila todo.
…
Si la esencia que nos mueve
es de primaveras y veranos
renacerán los botones del suelo
en perfumados preludios de flor.
…
¿Y por qué te enjutas corazón mío?
¿Por qué te llenas de temor
ante el futuro incierto?
¿No has escuchado que nada es imposible?
…
Ven,
que me he vestido de aletas y escamas
en púrpura, rojo y negro
para volverme sílfide y nadar tus sales
ondulándote por debajo y encima.
…
Ven,
que voy cayendo en un trance.
Ese que da sudoroso jugo
a la necesaria yesca para arder.
Y he llegado a la conclusión
que no hay vuelta de hoja.
Que no hay paso atrás.
…
Que no se ha inventado un remedio.
Que no existe finiquito
para un panal libidinoso.
Que voy a inhalarte
sumergida profundamente
en la masculinidad
de tu varón de acero.
…
Ven,
que los otoños florecen
también sin tregua.
Ven,
que hay savia demás
en las raíces del árbol
y nos sobra inspiración desnuda
para amancillarnos enredados
como la yerba arbitraria
que lo abraza todo.
Ven,
te invito que juguemos al amor.